sábado, 11 de junio de 2011

Restos de 18 represaliados en la Guerra Civil reciben sepultura en Algarinejo

 Los restos de dieciocho personas que fueron fusiladas en 1936 por ser familiares de antifranquistas han recibido hoy sepultura en el cementerio de la localidad granadina de Algarinejo, de la que eran vecinos.
Maribel Brenes


Agencia EFE
Granada, 10 jun (EFE).-

Los ataúdes han sido portados por familiares directos de estas personas, que tenían entre 20 y 45 años, hasta la cripta que se ha habilitado con un pequeño jardín en el cementerio de Algarinejo.
Así lo ha informado hoy a Efe Maribel Brenes, presidenta de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Granada, que promovió la exhumación de los restos en Montefrío, en la comarca granadina de los Montes Occidentales.
Según el estudio antropológico y los testimonios orales recabados por los historiadores, estos 16 hombres y 2 mujeres de Algarinejo fueron “brutalmente golpeados con objetos contundentes” antes de ser fusilados en la cuneta de la primera curva a la derecha de la carretera de Montefrío, una madrugada de entre el 21 y el 28 de septiembre de 1936.
En el mismo sitio dignificado donde este mediodía han recibido sepultura, tendrá lugar un acto institucional de homenaje esta tarde, con la presencia de vecinos y familiares, que se hará extensivo a otras cinco personas de Algarinejo que fueron supuestamente asesinadas en 1949 por el régimen franquista.
Los fusilados en 1936 cuyos restos han recibido hoy sepultura fueron arrojados a la fosa, una zanja de 10 metros de largo por 50 centímetros de ancho en la que la mayoría de los cuerpos se apilaba en el centro, lo que hace pensar que su dimensión inicial era inferior y fue ampliada a lo largo para darles cabida.
Los cuerpos estaban cubiertos por piedras que habían sido depositadas en la mayoría de los casos sobre los cráneos, mientras que una de las dos mujeres fusiladas, de unos 18 años, tenía la mandíbula rota antes del fusilamiento.

La gestión de la escuela pública en los años 30

La República confiaba en crear ese ciudadano nuevo desde la escuela y para lo cual el maestro ocupaba un lugar esencial

Fundación Bernado Aladrén

 

Alfredo Liébana Collado. Fundación Bernardo Aladrén, 07-06-2011

LA GESTIÓN DE LA ESCUELA PÚBLICA EN LOS AÑOS 30: Una escuela para todos.
El inicio de la gran transformación de la escuela pública en la España de los años 30 fue producida primero por la eclosión de nuevos centros públicos, que cubrieron las grandes necesidades de plazas escolares (especialmente en Madrid), tanto tiempo detectadas y olvidadas por los poderes públicos, pero las nuevas construcciones escolares llevaron acompañadas además dos medidas clave que se desarrollaron posteriormente: la formación de los nuevos maestros fruto del Plan profesional de las Nuevas Escuelas Normales y un modelo de gestión inspirado en la realizada en los centros de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) como el Cervantes.
Respecto al primero hay que indicar que está muy ligado al segundo, al realizar unas prácticas muy dirigidas en los centros. El caso que vamos a estudiar sirva como ejemplo, el CP Alfredo Calderón1 (actualmente Padre Poveda) se inauguró en 1933 siendo dirigido por Justa Freire, tuvo maestros en formación como miembros de su equipo durante los primeros cursos, esto era habitual en el Cervantes, solo que ahora estaba sin la presencia de otros maestros con experiencia, con la suerte eso sí de empezar con unas semanas de retraso el curso al faltar algunos detalles como la calefacción y parte del mobiliario, lo que permitió que se realizaran unas visitas con los maestros a las actividades normales del Cervantes como centro modelo.
Como indica Antonio Viñao2 para que una reforma educativa tenga éxito es necesario que existan grandes dosis de entusiasmo y credibilidad de la misma por quienes tienen que aplicarla. Además confluyeron en esta reforma tres culturas que fueron coincidentes, lo que es algo infrecuente: la de los estudiosos de la educación, la de los gestores y la de los maestros. La actitud de muchos grupos sociales, como fue el caso de la FETE, ayudaron a alcanzar esta coincidencia.
La república confiaba en crear ese ciudadano nuevo desde la escuela y para lo cual el maestro ocupaba un lugar esencial. El Plan profesional supuso un cambio de las escuelas normales, incorporando la coeducación y un bagaje cultural previo como la exigencia del bachillerato (requisito que se perdería en el franquismo hasta 1970), siendo la duración de la formación tres años y uno más de prácticas remuneradas, todo ello con un número limitado de plazas selectivo y ajustado a las necesidades del momento.
El súbito crecimiento de las escuelas requirió realizar un mecanismo provisional de incorporación de maestros, para lo que hizo primero hubo unos cursillos selectivos, a los que tuvieron acceso en primer lugar los 3.635 opositores de 1928 que mantenían todavía un pleito ante los continuos cambios de criterio de la administración3, ofreciéndose para este grupo 1.000 plazas de maestros. Posteriormente la república optó por un modelo de cursillos de tres meses, estando el primer mes en clases teóricas por la mañana, y por la tarde, observando las clases de los mejores maestros de cada provincia, el segundo se dedicarían a prácticas de enseñanzas, trabajando con los maestros más expertos y el tercer mes asistirían a la Universidad para completar su cultura. Todo ello desde una gran libertad en su capacidad de organización de las instituciones implicadas. Para este grupo se propusieron 5.000 plazas en noviembre de 1931, presentándose 16.248 solicitantes, admitiéndose también a licenciados en Filosofía, Letras y Ciencias. Hubo diversos intentos de forzar con un pulso similar al mantenido en la monarquía, los criterios de selección, pero la actitud de la Dirección General de Rodolfo Llopis fue firme en las condiciones iniciales.
Volviendo a la experiencia personal de Justa Freire como directora4, ésta señala la importancia del ambiente colectivo a crear con los maestros en formación, cuidando todos los detalles desde la entrada a las clases, incluyendo la participación parcial en los juegos con los niños en el recreo, hasta pasar a su término con ellos por el lavabo. Conseguir mantener siempre un pequeño espacio para la actualidad del día, dar importancia al trabajo manual, siempre actuar mediante una acción individual del maestro, pero con una coordinación general. Recordando: “en educación, el proceso es lo importante”. Para lo que tiene interés crear siempre un clima agradable para el resto de las actividades, de ahí la importancia entre otras medidas el cuidado de las plantas. La limpieza en las duchas se describe con toda minuciosidad para crear hábito, no hay que olvidar que las nuevas escuelas incorporaban además una piscina que usaban breve y diariamente todos los niños por turnos.
En el mes de junio, indica, se reciben las primeras visitas de las familias, sobre todo madres, donde se les explica las características de una próxima visita a Aranjuez, señalándoles la importancia de poner a los niños en contacto con la naturaleza y con el arte, van con los maestros recorriendo las clases, observando los detalles de las plantas, las labores de las alumnas5 y recorriendo los servicios e indicándolas los criterios de higiene realizados, para ayudar a mantenerlos en su casa. El número de visitas de familiares en un año fue de 200, mientras otras visitas resultaron 103, estando entre ellas incluidas las de tres Inspectores, tres profesores de la Normal, cuatro arquitectos, además de los responsables de la escuela, un médico, tres visitas extranjeras de Alemania, Suiza y EEUU, seis concejales del Ayuntamiento, un grupo de 30 normalistas de Guadalajara y 25 entre maestros y maestras.
Las visitas realizadas fuera de la escuela con los diferentes grupos fueron: la exposición de luminotecnia del Ayuntamiento, la de Cunicultura, a un alfar cercano a la escuela, al Museo de Ciencias, al Parque del Retiro y por último en días distintos con dos grupos, uno de niñas y otro de niños, a Aranjuez, viniéndoles a recoger el autobús de las Misiones Pedagógicas. El viaje cuenta, transcurrió entre canciones, la comida campestre se realizó en un entorno de naturaleza y siempre con un exquisito cuidado de los detalles, los alumnos hacían un diario que sería revisado y comentado con posterioridad, la directora hacía lo mismo con su propio diario, anotando lo que fuera de interés para una reflexión posterior sobre maestros y alumnos. Al despedirse los maestros al finalizar el curso, la nostalgia es mutua y van a las nuevas escuelas a desarrollar lo aquí aprendido.
Una descripción similar se realiza por María S. Arbós para indicar la experiencia del primer curso en el grupo escolar Giner de los Ríos6 (actual Andrés Manjón) de 12 secciones y 650 alumnos, centro donde se había implantado ya la coeducación y se realiza un gran esfuerzo de atender a una barriada con dificultades económicas, manteniendo una biblioteca de 500 volúmenes (por donación de una hispanista inglesa), un ropero y una asociación de padres que de una forma generosa han financiado dos clases complementarias: una de dibujo y otra de corte y confección, así como el alquiler de un piano y la organización de un grupo de conferencias. Al ser un centro del extrarradio de entonces no recibe prácticamente visitas. En otro artículo posterior se describe una excursión de los alumnos del centro financiada por el ayuntamiento a la sierra de Navacerrada con un numeroso grupo de niños y se describen sus múltiples efectos beneficiosos.
Julián Zugazagoitia7, a la sazón concejal por Bilbao, elogia la labor realizada en Madrid por los concejales, en especial por Saborit, para conseguir financiación para las nuevas escuelas y cubrir las nuevas necesidades escolares como cantinas, centros de salud para las inspecciones médicas, colonias, etc…
En definitiva una buena gestión pública de la escuela requiere para realizarse no solo de la labor de los maestros, de una adecuada dirección escolar y de la colaboración de las familias, sino además del apoyo constante del Ayuntamiento para mantener la salud, higiene y alimentación escolar complementando la acción escolar. La mejor terminación del curso era la participación en una colonia. En la propia revista Tiempos Nuevos en 1934 se indica mediante una serie de artículos8 la labor en las colonias escolares realizadas por el ayuntamiento republicano y en ellos se describen las colonias en la Granja (Segovia), Arenas de San Pedro (Ávila) y Villajoyosa (Alicante), se señala la gran evolución producida en los mecanismos de selección de los niños para las colonias escolares, primando aquellos con más necesidades sanitarias, atendiendo a 4000 niños en 1934, siendo las peticiones de 20.000, clasificándose en ese momento las colonias organizadas por el Ayuntamiento en marítimas, de altura y urbanas.

El monasterio de Oia conserva pintadas de presos de la guerra (Vigo)

Fue de 1937 a 1939 un campo de concentración por el que pasaron más de 4.000 presos del franquismo

Monasterio de Oia (Vigo)

La Voz de Galicia, 10/6/2011 
Alejandro Martínez OIA / LA VOZ
El monasterio de Oia fue de 1937 a 1939 un campo de concentración por el que pasaron más de 4.000 presos del franquismo. Testimonio de aquella época son las pintadas que muchos de ellos dejaron impresas en las paredes del antiguo cenobio cisterciense y que hoy en día se conservan intactas.
Hacinados en unas condiciones infrahumanas, ponían en los muros aquello que más deseaban, como una mesa con un buen plato de comida, el sol, calendarios en los que iban tachando los días que iban pasando o sencillamente su nombre con la fecha en la que entraron. La mayor parte de los reclusos procedían de Asturias y de Cataluña y llegaron en tren hasta el puerto de Vigo, pero sobre todo en dos grandes buques que atracaron en el puerto de Baiona, tras la caída de Gijón y de Barcelona. Muchos eran soldados republicanos, aunque también había civiles, según cuenta el historiador Carlos Méixome, director del Instituto de Estudios Miñoranos, entidad que se ha encargado de estudiar este rastro de la Guerra Civil.
Las condiciones de vida de los refugiados eran terribles, sobre todo coincidiendo con los meses en los que el comandante del campo de concentración era un militar al que llamaban «Capitán Castaña», por las sopas de este fruto cocido que les hacía tomar como único alimento.
Los presos también se veían obligados a ingerir algas de la costa para acallar el hambre, pero les provocaban graves enfermedades intestinales. Los testimonios orales recogidos por el IEM y las actas de defunción que se conservan en el Ayuntamiento de Oia hablan de más de 23 muertos en un corto período de tiempo. Los reclusos dormían todos apelotonados en una sala en el suelo, tumbados en fila unos contra otros ocupando toda la sala, lo que les obligaba a ponerse todos de acuerdo para poder moverse. El campo de concentración se cerró a finales del 39 tras finalizar la Guerra Civil. Después fue una residencia de verano de una familia asturiana.
http://www.lavozdegalicia.es/vigo/2011/06/04/0003_201106V4C11991.htm

viernes, 10 de junio de 2011

Presentación de los resultados de la investigación “La actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en Aragón”

Biblioteca de Aragón en Zaragoza. 14 de junio de 2011

Biblioteca de Aragón


- 10 Junio 2011

Presentación de los resultados de la investigación “La actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en Aragón” (14/06/2011) En la Biblioteca de Aragón en Zaragoza

Lugar: Biblioteca de Aragón, C/ Doctor Cerrada, 22. Zaragoza
Fecha: martes, 14 de junio de 2011
Hora: 19:30 horas

Por los historiadores Estefanía Langarita, Irene Murillo, Nacho Moreno y dirigido por Julián Casanova y coordinado por Ángela Cenarro

El próximo 14 de junio, martes, a las 19:30 horas tendrá lugar la presentación de los primeros resultados de la investigación “La actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en Aragón”, impulsada por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, a través de su programa Amarga Memoria. Dicha investigación ha sido dirigida por Julián Casanova, Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, coordinada por Ángela Cenarro, profesora titular de Historia Contemporánea de dicha universidad; y elaborada por el grupo de investigadores formado por Nacho Moreno, Estefanía Langarita e Irene Murillo.
La Ley de Responsabilidades Políticas, publicada el 9 de febrero de 1939, antes de que finalizara la guerra civil, fue el primer y principal asalto de la violencia vengadora sobre la que se asentó la dictadura de Franco. Todos los partidos y “agrupaciones políticas y sociales” que habían integrado el Frente Popular, sus “aliados, las organizaciones separatistas” y “todas aquellas que se hayan opuesto al triunfo del Movimiento Nacional” sufrirían “la pérdida absoluta de sus derechos de toda clase y la pérdida total de sus bienes”, que pasarían íntegramente a ser propiedad del Estado”. Hasta octubre de 1941 se habían abierto en toda España 125.286 expedientes y unas 200.000 personas sufrieron “la fuerza de la justicia” de dicha ley durante los años siguientes; así aunque ésta quedó derogada en 1945, el trámite de decenas de expedientes continuó hasta 1966.
Para la realización esta investigación, centrada en el ámbito aragonés y desarrollada a lo largo de dos años, han sido consultados más de 11.000 expedientes de responsabilidades políticas. El resultado de este trabajo, del que ahora se están ultimando sus conclusiones y que será publicado a final de año, ha permitido valorar de forma cuantitativa los expedientes incoados y resueltos por la Comisión Provincial de Incautación de Bienes en las tres provincias aragonesas y el Tribunal de Responsabilidades Políticas en las tres provincias aragonesas, examinar el tipo de sanciones que emitía, analizar la implicación social de los poderes locales en la represión y estudiar de forma detallada a las víctimas más conocidas (y desconocidas) de esa represión. Se trata, en suma, de una investigación que muestra algunas de las principales manifestaciones de la represión en Aragón durante la posguerra.
Así, la riqueza de la información recogida en estos expedientes ha permitido realizar un interesante análisis sobre diversos aspectos cualitativos del expolio al que se vieron sometidos quienes no se posicionaron a favor del “Glorioso Movimiento Nacional” desde el primer momento. Así, por ejemplo, se puede demostrar que los mecanismos represivos fueron en ocasiones más complejos de lo previsto. En las localidades del partido judicial de Zaragoza, por ejemplo, actuó una Junta Administradora de Bienes Incautados del ayuntamiento, con anterioridad a la intervención de la Comisión Provincial de Incautación y del Tribunal de Responsabilidades Políticas. Su actuación fue exhaustiva y sistemática en el verano de 1936, llegando a incautar las cosechas, lo que supuso privar a las familias del sustento más básico.
Por otra parte, también pueden percibirse diferencias entre las zonas ocupadas por los militares sublevados y las que permanecieron leales a la República (como es el caso del partido de Caspe), donde la actuación de Tribunal se dejó sentir con mayor contundencia que la de la Comisión Provincial de Incautaciones y afectó principalmente a hombres y mujeres vinculados con el proceso revolucionario.
Por último, el papel crucial de las mujeres como sustentadoras de la economía familiar y sus estrategias para salir airosas de la difícil situación en la que quedaron sumidas, sigue siendo uno de los objetos de atención de la investigación, que puede explorarse con éxito a través de los expedientes consultados.
Los expedientes constituyen por lo tanto una magnífica fuente para explorar cómo se reconstruyeron las relaciones vecinales y se crearon nuevas lealtades en la posguerra.
Al acto de presentación de la investigación “La actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas en Aragón”, asistirán el Director General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, Jaime Vicente; el director de la investigación, Julián Casanova; su coordinadora, Ángela Cenarro; y los investigadores: Nacho Moreno, Estefanía Langarita e Irene Murillo.
http://www.patrimonioculturaldearagon.com/patr/agendas/presentacion-investigacion-la-actuacion-del-tribunal-de-responsabilidades-politicas

jueves, 9 de junio de 2011

Foro para la Memoria exhumará dos guerrilleros muertos tras la guerra civil


08/06/2011 F. V. L.
Foro para la Memoria de Aragón empezará este fin de semana los trabajos para desenterrar los restos de dos guerrilleros muertos tras la guerra civil y que se encuentran sepultados en una fosa, dentro del cementerio de Santa Eulalia de Gállego. Además, en el mismo punto, que hace años se hallaba extramuros del camposanto, descansan diez personas que fueron fusiladas en octubre de 1936 en Almudévar.
Los dos guerrilleros son Antonio Navarro Beamonte, comandante Navarro”, y Prudencio Muñoz Alegre, alias Sotoca, que fallecieron durante un enfrentamiento con guardias de asalto en la sierra de Carbonera, que forma parte de Santo Domingo.
“El comandante Navarro luchó en la guerra civil y, al terminar, marchó a África y a Francia para seguir combatiendo contra el fascismo”, explicó ayer Carlos Castán García, miembro de Foro por la Memoria de Aragón, que trabajará en la excavación de la fosa en compañía de dos arqueólogos, una antropóloga forense y varios voluntarios. “El comandante Navarro fue un héroe. Entró en el París liberado con la División Leclerc”, añadió Castán.
El responsable de Foro por la Memoria de Aragón aseguró que excavación de la fosa puede durar hasta mediados de este mes. “Tenemos localizado el lugar donde se hallan los restos, pero procederemos con la máxima precaución para extraerlos”, dijo.